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Alistando el teclado

Alistando el teclado
Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

miércoles, 16 de junio de 2010

Decepciones de/en bus.











Me tomé unas largas vacaciones, unas semanitas de relajamiento académico y "moral", supongo era justo y sobretodo necesario. Regreso, sin terminar mi tiempo propuesto para "vacacionar", por un "incidente" en un bus. Más que un incidente, yo lo llamaría una decepción, ya contaré por qué.

Hace un tiempo estaba segura de que, evidentemente, las cosas para las personas que hemos optado por una vida emocional, afectiva, sexual, visual, de género, no normativa, cambiarían rotundamente en unos años, poniendo en los "jóvenes de ahora" la misma carga que se ha puesto constantemente en los que atraviesan por esa edad, esa etapa, o como la quiera llamar. Hoy, nuevamente reivindico que lo que no hace uno, nadie lo va a hacer, es decir, reivindico que las cargas deben ser compartidas, no esperaré a que los jóvenes en 10 años puedan dar fin a la homofobia, transfobia, lesbofobia y demás... es algo que es imperativo hoy, ahora, y que no da espera.

Y parece una cosa que "se cae por su peso", prácticamente obvia, pero no lo es, no tanto por lo menos. Hoy escribo sin optimismo, más bien despertando después de una cachetada de la realidad, esas que se presentan en forma de postes inesperados mientras uno camina, o un hueco en un lugar impensable, o la simple caída en la ducha y en este preciso caso, la conversación de dos "peladitas" en el bus.

Después de "hacer vueltas", en la hermosa Bogotá, con sus trancones y su actual y maravillosa lluvia, me subí en el bus que me traería de vuelta a mi casa. Me senté en la parte de atrás, detesto atravesar un "mar de gente" para poder bajarme; ya instalada, no pude evitar, de hecho nunca puedo evitar, escuchar las conversaciones al rededor. Por fortuna no era difícil la elección, sólo estaban hablando estos dos personajes y fue bastante fácil coger el hilo de la conversación.

El tema: lesbianas. El tono de la conversación: mínimo y en crecimiento. Alcancé al tono medio de la cosa, cuando aún hablaban de "ella es así"... "papá machista"... "imagínate el lío en la casa"... hasta el final, cuando ya se escuchaban frases como "lesbiana asquerosa"... "que paila, pobre familia"... "si yo hubiera estado ahí seguro la mechoneo"... La cuestión: una niña de 16 años, aún no graduada del colegio, con un papá de puta mierda que la encierra en su cuarto durante una semana, sin comer (según dijeron las chismocitas), porque su hermana le tomó unas fotos en pleno "besuqueo" con una amiga de algún curso sabatino.

Nada de esto es sorprendente, yo escuchaba y pensaba "claro, el drama común, ese lo viví yo, lo han vivido varias amigas", hasta ahí entonces, normal. Lo sorprendente de la situación, para mí, fue que las peladitas éstas, tenían seguramente 17 años, por mucho, y entonces yo me preguntaba si tal futuro que habíamos visto, de eliminación de la satanización de esos cuerpos no normativos, estaba en manos de esos culicagados que son capaces de decir en un bus, como si fuera lo más normal del mundo, porque de hecho lo es: "lesbiana asquerosa", en tono casi heroico.

Pues bien, me bajé del bus un poco triste, un poco melancólica, mejor, un poco emputada, emputada conmigo y las esperanzas que, de cierta forma, había puesto en una generación que aunque evidentemente no está educada como la nuestra, tiene de antemano los mismos prejuicios y tabúes con los que nos educaron a nosotros.

martes, 15 de junio de 2010

Navengando en Flickr



Cargado originalmente por `Vorfas
Porque la adicción a las redes sociales y demás pendejadas cibernéticas, siempre es fructífera.