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Alistando el teclado

Alistando el teclado
Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

viernes, 19 de marzo de 2010

Y ésto es sólo respecto a un poco sobre orientación sexual, sobre género... "ni se diga", hay mucho por decir...


"Imagínese que vi a dos viejas de la mano, dándose besos... ojalá vengan dos tipos y las violen, que les enseñen a ser mujeres." Esto contó un amigo, se lo dijo una señora a su mamá, claramente la señora no tenía ni idea de que el hijo de su amiga hace parte de esos a los que "hay que enseñarles a ser mujeres y hombres".

La conversación vino a cuento porque estábamos hablando precisamente de los "peligros" de la ciudad para los que tenemos una orientación sexual no normativa, de esas cosas que terminan haciendo parte del día a día, de quienes nos damos la oportunidad de salir de la mano con nuestra pareja, de darle un beso se esté o no en Chapinero (el corral, como le dice una amiga), sea o no, de nuestro mismo género, por ejemplo.

Para nos-otros es claramente el pan de cada día, las charlas continuas respecto a nuestra visibilización, respecto a si en efecto podemos ser públicos o si es mejor reservar nuestras muestras de afectividad al motel, a la esquina oscura o al bar gay de moda. Nos-otros porque en Colombia seguimos siéndolo, a pesar de tantos "Estudios de género", de tantas personas trabajando en lo mismo, de tantas luchas legislativas al respecto, de que se nos de un día para que salgamos por la séptima a decir que somos muchos, que aquí estamos, pero solo ese día, porque el resto del tiempo no podemos dárnoslas de "desestabilizadores" del orden.

¿Cuál orden? El tradicional, por ejemplo, volviendo a lo dicho por la señora, amiga de la mamá de un marica, que las mujeres sólo somos mujeres cuando estamos con un hombre. ¿Un hombre no? También en el sentido tradicional de la palabra, el macho oloroso que emana todo el tiempo testosterona. Y es que cómo no va a estar ligada a ésto la mayoría de personas si nuestra educación sentimental, social, política, nos la dan unos medios de comunicación que reproducen constantemente los mismos estereotipos de mujer y de hombre, que no conciben una fractura en los mismos, exceptuando a "Laisa", de la que solo tuvimos un poco y porque era una comedia el programa en el que salía.

Las mujeres tenemos que seguir reproduciendo, al parecer, los mismos modelos de feminidad, enlazados arbitrariamente con una sexualidad dirigida exclusivamente hacia los hombres (porque es con ellos que somos mujeres), para que no nos cojan en la calle a piedra, o no nos griten "que se baje el pantalón la que sea el hombre de de ahí", o que nos señalen constantemente mientras piensan "ojalá vengan dos tipos y las violen, que les enseñen a ser mujeres."