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Alistando el teclado

Alistando el teclado
Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

jueves, 20 de mayo de 2010


María Teresa Hincapié




(María Teresa Hincapié:
Divina proporción, 1996
Performance.
Foto: Ernesto Monsalve)



Elegí, para hacer un breve análisis de su obra, en torno a lo que he venido trabajando, dentro de la lista de artistas colombianas, a María Teresa Hincapié por varias razones. La primera, su obra se da dentro del campo del performance, es decir, hay una reflexión en torno al cuerpo que me parece interesante. Segundo, en sus performances se le da un gran valor a la noción de temporalidad. Tercero, la espacialidad, el poder traspasar eventos cotidianos, privados, al ámbito de lo público. Cuarto, es considerada la pionera del performance en Colombia, por ende, el desarrollo del mismo, en nuestro país, se entiende teniéndola en cuenta. Quinto, hay algo que me llamó la atención y fue la divergencia respecto a la interpretación de su obra, dentro del campo de la problemática de género. Estos puntos son precisamente los que desarrollaré brevemente en este texto.

De la obra de Hincapié, lo primero que conocí, por medio del registro fotográfico de uno de sus performance fue “Vitrina”; desde ese momento me ha llamado la atención su obra, sobretodo esa nombrada, que aún sigue siendo mi preferida y que se enmarca en esos primeros años en los que incursionó en el escenario de las artes plásticas. “Vitrina” será entonces, la obra de la artista colombiana, que pondré como foco para poder desarrollar aquéllos puntos que dije anteriormente respecto a su obra, de los cuales los primeros se mantienen en toda su trayectoria artística.












María Teresa Hincapié, fue una artista colombiana que nació en Armenia, en el año de 1956 y murió en el año 2008. Su obra es de gran importancia en las artes plásticas en Colombia, “un hito” como han dicho algunos, y cómo no, si en 1990 gana el primer premio del Salón Nacional de Artistas, con su performance “Una cosa es una cosa”. Es el primer performance merecedor de este premio, por ende, se le considera una pionera en el mismo. Gana nuevamente, en 1996, el premio del Salón Nacional de Artistas, con su obra “Divina Proporción”. Además, en 1991, gana Mención de Honor en la Bienal del Museo de Arte Moderno de Bogotá con su performance “Vitrina”. Fue una figura importante, tanto en el ámbito colombiano, como en el internacional, cosa que se hace evidente por sus diversas participaciones en diferentes eventos de la esfera de las artes.

José Hernán Aguilar, escribe un artículo sobre la artista, que se encuentra colgado en la página del Banco de la República , (
http://www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/anam/anam21a.htm) en el que hace un breve análisis de la obra de Hincapié, de finales de los años ochenta y principios de los noventa, en el que habla de la importancia de ella en el campo de las artes en Colombia, centrándose en su performance “Una cosa es una cosa”. En este performance Hincapié acomoda en espiral una serie de objetos domésticos y durante ocho horas, se relaciona con los mismos, disponiéndolos de formas diferentes. Además hace alusión también al hecho de que la artista venía del campo de las artes escénicas, que en el momento en el que se presentó dicho performance, en Colombia, se veía disociado de las artes plásticas.

(María Teresa Hincapié:
Una cosa es una cosa, 1990 (1998)
Performance,
Salón Nacional de Artistas de Colombia.
Foto: Ernesto Monsalve)

Aguilar nombra otras obras de la artista, como “Vitrina” por ejemplo, que es en la que nos centraremos. Respecto a lo que interpreta de estas obras de Hincapié, habla de “…una curiosa convergencia de psicoanálisis, feminismo y semiótica, que intenta investigar de la manera más intensa las posibilidades expansivas de las imágenes domésticas, de los códigos comunes y de la representación de situaciones específicas (amante, madre, cocinera, actriz).” http://www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/anam/anam21a.htm

Contestando esto, en un artículo que hace sobre María Teresa Hincapié, Marta Rodríguez cita una pregunta hecha por Magda Herrera a la artista al respecto:

“…esos objetos no son solamente de la mujer, porque el hombre que vive solo también tiene ollas, platos, cocina… yo le hablo también a los hombres, porque los hombres también manejan la cotidianidad, comen, duermen, se visten… Así hay que ver al ser masculino y al ser femenino, no en sentido sexual, sino de energía; tanto el hombre como la mujer tienen lo femenino y lo masculino, entonces, esos son objetos que igual los maneja un hombre como una mujer. En ese sentido no he querido ser feminista, ni sentirme una mujer oprimida, ni estigmatizada, eso es algo personal que cada uno resuelve… tampoco he sido un ser político, ni fanática. No, nunca me ha gustado el fanatismo en ningún sentido.”
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache%3Arm_7D4DKOlwJ%3Aantipoda.uniandes.edu.co%2Fdatos%2Fpdf%2Fdescargar.php%3Ff%3D.%2Fdata%2Frev_9%2F05_Meridianos_04.pdf.pdf+maria+teresa+hincapie&hl=es&gl=co

La razón por la que le doy importancia a esta divergencia, está dada porque aunque la artista no haga una “consciente” reflexión sobre “lo femenino”, se puede hacer una lectura de la cosa en su obra. A lo que me refiero es a que “lo femenino”, podría ser uno de esos tópicos a trabajar en torno a la obra de Hincapié, no sólo por los objetos que usaba en sus primeros performances, sino también por un plano de la gestualidad que le corresponde al mismo, así, como una relectura de su manejo del tiempo desde “el tiempo femenino” (lo infinito), su relación con la ecología, la reflexión sobre el cuerpo, en fin, una serie de elementos que podrían inscribirla dentro de prácticas artísticas que han sido desarrolladas por l@s artista@s feministas, puesto que en estas mismas, no sólo hay reflexiones sobre la “opresión” de las mujeres, sino en cuanto a la construcción de l@s sujet@s, a la búsqueda de los mismos, de ese sí mismos tal vez inalcanzable, puesto que infinito. Además, quisiera mostrar algunos de estos elementos en la obra “Vitrina”, la cual puede tener una lectura desde las teorías de los feminismos.

Quiero aclarar acá, que evidentemente en Colombia hay un miedo respecto a la palabra “feminista”, como si esta designara un grupo de mujeres histéricas, anti-hombres, anti-masculinidad, que hablan todo el tiempo de opresión y exclusión de la mujer “por esos hombres malos”, que se victimizan y demás. En ese sentido, el de hablar de victimización de la mujer, seguramente no podríamos inscribir la obra de Hincapié, sin embargo, si entendemos las diversas conquistas de los feminismos: primero, la conquista del cuerpo, segundo, la conquista de la propia representación, tercero, la posibilidad de hablar de diferencias, de contrastes, de multitudes que conforman al sujeto, entonces sí que podríamos inscribir la obra de Hincapié, en especial “Vitrina”, dentro de una posible lectura desde ese ámbito.

En la obra “Vitrina”, María Teresa Hincapié se ubica en la ventana de una tienda en la Avenida Jiménez y se dispone, durante seis horas, a limpiar la vitrina del lugar; mientras hace esto, escribe y dibuja cosas en el vidrio, con lápiz labial, con jabón… Escribe: “soy el frío y el calor, soy el afuera…”, “soy una mujer sin corazón, soy una mujer azul, soy una mujer que vuela, soy una mujer puta, soy una mujer…”, “una mujer sin cadena… mujer de trigo…”, “¿crees que esto es teatro?”…





(Vitrina 1989)

En torno a “Vitrina” podemos hablar, como primera medida, del tiempo. El tiempo en la obra de Hincapié es importantísimo, es una forma de resistencia ante la velocidad, que se nos exige como experiencia temporal contemporánea y a una visión del arte que se enlaza con la vida, es decir, el desechar la idea de arte como mero espectáculo en un tiempo determinado, para pasar a una visión de arte que implica un compromiso total, de tiempo indefinido, de esperanza de tiempo infinito, cuando la obra trasciende un escenario determinado y se fusiona con la vida, dicho por la artista: “El instante es la eternidad”.

En el libro “Tendenci@s, perspectivas feministas en el arte actual” de Ana Martínez Collado, hay un capítulo dedicado a la “Narración infinita”, que si bien se refiere en gran medida a literatura, claramente podríamos transcribir la cosa a este escenario. Dice: “… la escritura de lo femenino metaforiza una concepción de la vida y el arte que se configura como narración infinita. Todos sabemos del mito de Penélope… Como después le confesó a su esposo, ‘tejía mi tela en las horas del día y volvía a deshacerla de noche a la luz de las hachas’”. La noción de paciencia, de tiempo que transcurre lentamente, de “destruir” y “volver a hacer”, de infinitud, de tiempo circular más que lineal, esas son ideas que se proponen como una “escritura de lo femenino” y que, también están presentes en la obra de Hincapié.

Otro de los elementos importantes es el trabajo con el cuerpo, el cuerpo entendido como lugar de conocimiento del mundo, como esa posibilidad, como apertura a la búsqueda de un origen, a la búsqueda de lo sagrado, de lo sagrado como sentido. Esa apropiación del cuerpo, de entender el cuerpo como espacio propio, como territorio individual, como camino individual, es también una de las constantes que vemos en su obra. En “Vitrina” es el cuerpo de la artista el que se presenta frente a esos espectadores momentáneos, haciéndolos partícipes de un evento cotidiano, llamando la atención a través de esos lapsus de tiempo en los que no limpia, sino que está interviniendo ese lugar que había limpiado, el lugar se convierte en extensión de su cuerpo y viceversa.
Y es en ese ejercicio en el espacio, el entender los espacios, en donde Hincapié puede hacer de lo cotidiano privado algo de espacio público, algo en donde “intervenga” la gente que está alrededor, es un llamar la atención sobre esa cotidianidad que podría pasar desapercibida para convertirla en un dispositivo de reflexión, no sólo para el espectador, sino para sí misma, descubrir las relaciones que tenemos con las cosas que hacen parte de nuestro día a día.

Para terminar, la multiplicidad de sujetos, de sujetos que igualmente son María Teresa, “soy mujer sin corazón, soy mujer azul…”, nos vuelven a hablar nuevamente de algo que podría leerse desde el feminismo, el sujeto que no responde a una sola forma de ser, sino a diversas formas de estar, de estar en el mundo.

Es importante decir que muchos de estos elementos, que veo compatibles con teorías sobre feminismos, tienen que ver con la afinidad de María Teresa Hincapié con filosofía oriental, con una concepción del mundo que según la propia artista, no separa, sino que se encarga de unir cosas. Por lo tanto, la visión cíclica del tiempo, la alta duración de sus performances, su constante trabajo y exigencia con su cuerpo (viene del teatro), podrían ser leídas desde varias perspectivas, maravilloso que se pueda y que una obra, pueda abrir diversas interpretaciones y horizontes.

Bibliografía

http://www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/anam/anam21a.htm (Artículo escrito por José Hernán Aguilar)
http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Teresa_Hincapi%C3%A9
http://www.universes-in-universe.de/columna/col23/col23.htm#cosa2 (Artículo escrito por José Roca)
http://www.cambio.com.co/culturacambio/760/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_CAMBIO-3930515.html (Respecto a la muerte de Maria Teresa Hincapié)
http://esferapublica.org/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=630&Itemid=79 (Artículo de Esfera Pública : Oscar Jairo González Hernández)
http://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:rm_7D4DKOlwJ:antipoda.uniandes.edu.co/datos/pdf/descargar.php%3Ff%3D./data/rev_9/05_Meridianos_04.pdf.pdf+maria+teresa+hincapie&hl=es&gl=co&pid=bl&srcid=ADGEEShn8JT2rsk8WrT2QaGoEM4EOeSWUSRGGDKeND6f5HQq5lN6IgAaHxSdgAuFhni7nJ6KG5wazmgpkoyASoZOrqtHfNmvbOh2Ac9RmeZpiXmjV4jObVEiXkobKCWWceywMV4xvF&sig=AHIEtbRUhOH6ZThxK88lXAFHmXNCRaQxjA
• MARTÍNEZ-COLLADO, Ana. Tendenci@s. Perspectivas feministas en el arte actual. Cendeac. Murcia.