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Alistando el teclado

Alistando el teclado
Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

jueves, 12 de agosto de 2010

Piquete feminista











Inicié el miércoles de esta semana, con el intento, casi fallido, para comprar coca-cola, en el templo de la ortodoxia (La Universidad Nacional claramente) en una de sus famosas caseticas de comida. Intento casi fallido, puesto que ignoraron mi presencia, no se si por mis piernas cortas, mi voz casi inaudible o porque un nacionalungo "se coló" en la fila que yo estaba haciendo "juiciosamente". De esta manera entonces, inició lo que llamaría el "piquete" de feminismo del miércoles.

Asistí a un coloquio, sobre "El pensamiento de Nicole Claude Mathieu", al cual invitó la Escuela de Estudios de Género de la Nacional. Debo decir que el evento me reconcilió absolutamente con este tipo de reuniones, puesto que algunas veces uno siente que se repiten intensamente las mismas discusiones, callejones sin salida, o mejor, laberintos y sin la magia del fauno, y que salirse de eso es "misión imposible". Pues bien, ayer, la Socióloga feminista Jules Falquet, logró aquéllo que me parecía una cuestión inlograble, seguir hablando de feminismos, sin que sonara como sabe una sopa recalentada.

A través del pensamiento de Mathieu, Falquet logró describir temas importantísimos sobre políticas y lógicas de opresión, pero ante todo, y lo que me parece fundamental, fue su capacidad para lograr mostrar las posibilidades respecto a la subversión de las mismas. Toda lógica de opresión carece de unidireccionalidad, porque se ejecuta en diferentes niveles sociales, tanto en lo micro como en lo macro, por tanto, las opciones de "transformación" de las mismas están ahí, fundamentalmente aprehensibles en las dinámicas de relación personal, la cuestión es lograr hacer que se conformen en lo colectivo.

Extrañé que se hablara de la representación, de lo que sucede con la imagen, a pesar de que no era algo prioritario en torno a lo tratado. Aunque considero fundamental lo que sucede en términos de lógicas sociales, en los términos de poder, de lenguaje, de inscripción de discursos en nuestro quehacer y en cómo nos conformamos como sujetos, creo que es primordial lograr hilarlo con aquéllo que es el material de interacción con el mundo, lo que es visible de nosotros, el cuerpo.

Hay mucho que decir respecto al coloquio, pero una de las cosas que me parece indispensable es la importancia que le da Falquet a que lo que está exponiendo pueda ser entendido, para que el pensamiento de aquéllas personas que está citando no quede a la deriva. La verdad mi relación con el feminismo materialista era casi nula, he estudiado con más juicio y con más pasión a las feministas de la deconstrucción, por ejemplo. La cuestión y lo que me parece clave aquí es que con el acercamiento al tema que permitió este coloquio en la Nacional, se generó una especie de propulsor, o de invitación a concebir otras opciones de discurso, y sobretodo, el no casarse con uno determinado, impermeable, monolítico y demás.

Después de tal reunión teórica, me quedó el espacio perfecto para asistir a una reunión en la cual se habla "de las experiencias". Fui a uno de estos "conversatorios" que organiza "Femm", un grupo de "mujeres lesbianas y bisexuales", que se reune los miércoles para conversar de "temas variados", que consideran de interés para ellas. Pues bien, ese espacio tan "experiencial" me permitió ratificar algo que pienso desde hace mucho y que he dicho varias veces, pero que definitivamente anoche consideré más que importante volver a decir, y lo escribo hoy aquí: es primordial tener CONSCIENCIA de lo que se hace, sobretodo, si eso se convierte en algo de lo que se quiere hablar y que se considera que vale la pena hacerlo público de forma verbal y en un espacio como ese.

L@s invitad@s de la noche, fueron l@s integrantes del colectivo "Entre-tránsitos". Asistieron entonces cuatro hombres trans, que contaron en qué consistía su colectivo y hablaron un poco de la experiencia que habían tenido respecto al tema trans, con o sin testosterona de por medio (asunto que me parece importantísimo, porque si hay algo claro es que inyectarse una hormona no es la única posibilidad de ver la cuestión).

Pues bien, hubo varias cosas que me parecieron rescatables de dicho "conversatorio". La primera, es la que acabo de nombrar, la cuestión en torno al mostrar que es posible lo trans, con o sin testosterona; la segunda es la disposición de los asistentes para ir a hablar del tema, en un espacio que pareciese "exclusivo" de mujeres, con toda la carga significativa que tiene esta palabra, y en la que pudiese "conflictuar" un poco la palabra "hombre"; la tercera es una de las frases que dijo un@ de l@s chi@s, "todos transitamos en el género"; la cuarta, una pregunta con la que se inició la cuestión: intentar definir qué era "mujer" u "hombre". A pesar de eso, hubo también varias cosas que hicieron que me levantara de la silla y me fuera.

Parece un acto grosero y abrupto, y de hecho, tal vez lo es. Aún así, considero que muchas veces estos espacios llamados "conversatorios" de las personas que trabajan en colectivos LGBT, cuando no tienen un estudio propicio del tema, terminan siendo una cosa circense, en la que los argumentos desaparecen, para dar paso a expresiones como "ay qué bonito eso", o "traigo un estudio hecho por una farmacóloga..." (sin respuesta coherente a esta interrupción); comentarios como "es mi sentir", o confusiones como "uno nace con un género determinado y construye un sexo", o "un transexual no se ha hecho la operación" "un transgénero es operado"...

Mi intención no es decir que toda arepera, todo marica, todo trans (en sus diversas versiones), todo intersexual, o todo heterosexual, deba ser un versado en teoría de género, pero si considero que debe haber una posibilidad de aclarar términos dentro de estos espacios, de problematizar la cosa de formas si bien subjetivas, no cerrradas y herméticas y de hacer que funcione en el espacio determinado al que se llega. Yo salí corriendo del lugar, pero eso si, con una pregunta que aún hoy me estoy haciendo: ¿de qué le sirve a un colectivo de lesbianas y bisexuales que vayan a hablar hombres transexuales a su espacio?

Esta pregunta la hice, mientras me dirigía al espacio en el que disfrutaría/padecería una hamburguesa cerca a la Javeriana. Me senté en un lugar de comidas rápidas, en el que la ambientación era: dos chicas gritando "ay déjalo en tal canal, hay que hacer lo que dicen las mujeres", acompañadas de las risas estruendosas de los sujetos que estaban con ellas y que opacaban lo dicho; una pantalla de televisión que propagaba una novela en la que los personajes caricaturescos, muestra clara de los estereotipos tradicionales de género: mujer con corsé y llorando, hombre con abdomen "chocolatina" y camisa abierta "haciéndose el fuerte" tenían una "interesante" conversación melodramática; el golpe del viento típico de agosto, pero que en ese espacio determinado parecía la brisa de la costa... y sin más, un sin fín de detalles "divertidos" que exaltaban la coherencia de tanta "costeñidad".

Al "calor" de la costeñidad, concluíamos con un amigo, quién me acompañó durante el piquete feminista, que definitivamente seguiríamos exigiéndole a la "experiencia" un poco de conocimiento sobre la misma, un poco de discurso, si se quiere "un chapotazo" en la teoría (respecto a lo del conversatorio éste de Femm), porque si había algo que le rescatábamos a los que se comían de verdad la cuestión del discurso era la coherencia absoluta (en torno al coloquio de Falquet), porque finalmente el pensamiento producía, en estos temas, una cuestión experiencial que ponía de diversas formas en práctica, aquéllo ya interiorizado. Me parece complicado decir qué va primero, si el discurso o la experiencia, pero lo claro es que experiencia sin consciencia de la misma, es como una cáscara de huevo vacía.