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Alistando el teclado

Alistando el teclado
Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

domingo, 23 de mayo de 2010

Después de leer "Estética de la existencia" del libro "En busca de un nuevo arte de vivir" de Wilhelm Schmid


Leigh Bowery y "el arte de vivir".

Mientras leía el texto de Schmid, pensé en varios performers que he tenido la oportunidad de revisar y en torno a los cuales he trabajado, como lo son Ron Athey, Maria Teresa Hincapié, Franko B, Marina Abramovic, Orlan… Escritores como Wilde, Baudelaire, Rimbaud, Jean Genet, Marguerite Duras… Y entre éstos en un “diseñador de modas” que desde mi perspectiva derrumba ese límite entre el diseño y el arte, y finalmente entre el arte y la vida, rompe con esa dicotomía. Este sujeto es Leigh Bowery. Este australiano es un ejemplo clarísimo de la vida en torno a aquello de arte de vivir, en ese sentido tremendamente fuerte de experiencia de transformación del sujeto mismo y cómo esto en efecto es el paso para transformar el mundo que lo rodea. Del arte de vivir como experiencia en torno a lo político, micropolítico diría yo, puesto que está rompiendo aquéllos límites de normalización de los cuerpos, en un acto constante de deformación de aquéllos cánones establecidos para el control de los mismos. Bowery realiza constantemente una transgresión a aquello que se ha estipulado como “normalidad” en los cuerpos, subvirtiéndolo desde sus trajes, sus performances, su sexualidad, es decir, desde su cotidiano vivir. Su vida, concebida como obra de arte, se configura como una confrontación constante de todos aquéllos límites impuestos a los cuerpos, en un persistente ejercicio de experiencia o experimentación, en la cual dicho cuerpo es puesto ahí, en crisis. Bowery pone a prueba dichos límites y los cruza, juega en ellos y de manera magistral, logra difuminarlos hasta el punto de hacerlos inexistentes. Con un personaje como Bowery, se cumple a la perfección este fragmento que me parece conmovedor: “Aquéllos que, en definitiva, una vez en su vida, encontraron un tono nuevo, una nueva manera de mirar, otro modo de hacer, creo que éstos jamás sentirán la necesidad de lamentar que el mundo es un error y que la historia está plagada de inexistencias” (Michel Foucault), porque para éstos, el mundo y su cuerpo no es ya un campo de batalla, es un campo de posibilidades abiertas, a realizar.