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Alistando el teclado

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Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

domingo, 17 de junio de 2012

POR LA APERTURA DE LA POLÍTICA FEMINISTA. ¿Pueden las monjas hablar?

"El tema que es de mi interés es estudiar la noción de persona, qué es lo que nos hace personas, qué es la libertad, qué es el amor, siempre con la perspectiva feminista, de si esas nociones tienen aplicación distinta para las mujeres y para los varones."

Teresa Forcades

Hace aproximadamente un mes, en torno a una publicación realizada en facebook, en el grupo “LOBAS FURIOSAS”, se presentó una discusión que me parece importante ampliar desde la perspectiva de la política de indecidibilidad feminista, como la propone Diane Elam. Describiré lo sucedido en la discusión para desarrollar así, cómo puede ser peligrosa la esencialización de un supuesto sujeto del feminismo que no debe tener relación alguna con la religión católica, por ejemplo, debido a que es en torno a la misma que se han generado muchos de los dispositivos de control para los cuerpos de las mujeres. Considero importante poder sospechar de “cómo deben ser las feministas para que puedan hablar”, “de dónde deben provenir sus discursos, sus prácticas y sus luchas” y si, finalmente, ese tipo de condicionamientos que se supone debemos tener aquéllxs que nos enunciemos como feministas, lo que generan es la imposibilidad de construir una solidaridad sin fundamento, que sea capaz de ampliar las nociones de política, generar luchas transformadoras y poder alcanzar espacios difíciles y a los cuales, muy a nuestro pesar, muchos de los discursos y prácticas feministas no han podido llegar.

El grupo LOBAS FURIOSAS funciona como espacio de difusión de información y de debate dentro de facebook, respecto a imágenes, textos, publicaciones, acciones, que lxs participantes de la plataforma crean conveniente divulgar en la misma. Se han dado muchos debates que considero importantes, en torno a cómo vemos las imágenes, cuáles son las luchas políticas que vale la pena articular, cómo las prácticas artísticas son fundamentales para generar otras formas accionar político, y muchísimas más que se han formado gracias a la participación de lxs que somos miembrxs del grupo. Una de estos debates se dio en torno a la publicación en las LOBAS, de un video, enlazado desde youtube, titulado: [Fragmenta] Presentación de "La teología feminista en la historia", de Teresa Forcades, en Madrid[1]. Ante este enlace se hicieron varios comentarios, entre los cuales habían algunos bastante descalificadores y otros desde los que se intentaba pensar qué tan conveniente era para “el pensamiento feminista”, que una monja estuviese hablando de teología feminista. Aclaro que los comentarios hechos fueron a término personal, pero que la forma de sustentarlos estuvo ligada a aquello de “lo que consideramos debería ser o es el feminismo”. Las perspectivas personales son importantísimas, teniendo en cuenta que espacios como los grupos, en los que se promueve la participación, desbancan de cierta manera la forma en la que nos hemos pensado la política, como política representativa. La participación permite que nuestra voz se escuche, que nuestros puntos y argumentos sean contemplados en debates que abarcan lo macro y lo micro de los poderes que reconocemos atañen a nuestros cuerpos y a las formas que pretendemos resistir a los mismos.

Quisiera poner en contraste algunos fragmentos de los comentarios que se hicieron en torno al enlace[2], desde los cuales se tiene una posición sin conciliaciones con lo dicho por Teresa Forcades en aquélla presentación y los puntos de la misma Forcades.

Escribe una compañera respecto al enlace: - “Yo entiendo la postura, pero les pregunto: que más estereotipo machista que la iglesia?; ahora una de las grandes apuestas feministas ha sido "lo personal es político" incluso el lugar desde el cual nos paramos frente a los grandes paradigmas impuestos por el patriarcado como la religión... mi problema no es que sea una monja feminista, lo cuál ya me parece complicado, el problema es que su discurso no busca transformar la estructura, no apuesta por el desmonte del papa como el fiel representante de Dios en la tierra, es que su discurso no busca romper la estructura patriarcal de la iglesia, no deja de reconocer su mentor y jefe a Ratzinger, no cuestiona su nazismo y su homofobia, el problema no es que esté dentro de la iglesia, el problema es no sea radical con ella... es que acomoda el feminismo a la estructura y eso me molesta, porque para mi, el feminismo no se acomoda, el feminismo tiene que incomodar... pero entiendo que hayan mujeres catolicas feministas, sin duda, y se también que muchas de ellas pelean con la estructura de la iglesia, buscan transformarla, en fin, pero creo que esta mujer no lo hace...”

Teresa de Forcades dice durante su presentación:- "...sino desde que han existido sociedades, ordenamientos jurídicos, leyes y estructuras que han dicho que las mujeres son menos aptas que los varones para ejercer funciones de liderazgo, social, o ECLESIAL, o ritual, o RELIGIOSO, en sentido amplio, han existido también, personas desde ese mismo momento, que han dicho, yo eso no lo veo claro, yo creo que eso no es así, es más, creo que dios, precisamente, y ese sería entonces el sentido de la teología feminista, que dios eso no lo quiere así."

Ahora, pregunto yo, ¿no está, precisamente, Teresa de Forcades, haciendo un cuestionamiento a cómo la estructura eclesial, por ejemplo, ha dejado a las mujeres fuera del liderazgo de la misma, por el hecho de ser mujeres y no se está pronunciando en contra de ello? Entiendo las dificultades que nos podría presentar el argumento de Forcades que responde a “dios eso no lo quiere así”, pero pienso fundamental la posibilidad de abrirnos, para quienes no somos católicas o practicantes de ninguna religión, a la posibilidad de repensarnos lugares metafísicos de enunciación y argumentación. A riesgo de desviarme un poco, en torno a esto quisiera recordar un fragmento de Anzaldúa:

“Soy una puente columpiada por el viento, un crucero habitado por torbellinos,… montada a horcajadas en el abismo. «Tu lealtad es a la Raza, el Movimiento Chicano», me dicen los de mi raza. «Tu lealtad es al Tercer Mundo», me dicen mis amigos negros y asiáticos. «Tu lealtad es a tu género, a las mujeres», me dicen las feministas. También existe mi lealtad al movimiento gay, a la revolución socialista, a la Época Nueva, a la magia y lo oculto. Y existe mi afinidad a la literatura, al mundo artístico. ¿Quién soy? Una lesbiana feminista tercermundista inclinada al marxismo y al misticismo. Me fragmentarán y a cada pequeño pedazo le podrán una etiqueta.”

Traigo a Anzaldúa, con este fragmento específicamente, porque considero importante cuestionarnos sobre la lealtad de Teresa de Forcades. ¿Debe ser ésta hacia su género, hacia su raza, hacia su religión? ¿Hacia qué debe ser?

Continúo con el contrapunto. Dice mi compañera: - “Es un feminismo acomodado a la iglesia... su libro de fundamento discursivo es la biblia, su apuesta es la protección de los pobres... defiende la iglesia, no toma posturas radicales... pero no es clara en relación al debate del aborto...”

Dice Forcades en otra de sus presentaciones[3], también publicada en las LOBAS: - "en ese tema del aborto, se trate de decidir, en qué bando se está, o bien a favor de la vida, o bien en contra... bueno, pues ésto es imposible... desde una postura de mirada humana, que lo que quiere es promover la humanidad, hasta pues ahí donde pueda llegar, es obvio que la dicotomía no se puede nunca plantear... a favor de la vida estamos todos los que estamos a favor de las personas... en esas discusiones a veces parece que esa confrontación que se puede dar cuando hay un embarazo no deseado pues la única vida que contara fuese la incipiente del feto... pero hay otra vida, la vida de la mujer embarazada, y pues tampoco se puede generalizar, se tiene que tener una atención real y una voluntad real de ver en cada caso de qué manera esta promoción de la vida se puede llevar a término de la forma más satisfactoria... la mujer, como ser humano autónomo, que no es simplemente alguien que dios ha hecho en función de la necesidad de procrear." Dice también: "...el legislador tiene que legislar con ese sentido práctico, diciendo claro, lo ideal sería que no hubiera ni un aborto en Venezuela, ni el mundo, pero la realidad es que hay, y que además están marcados por clase, y que si vamos en favor de la vida, pues ahí hay vidas perdidas por causa de esos abortos clandestinos."

Vuelvo a preguntar, Forcades, ¿no está siendo clara con su perspectiva sobre el aborto? Considero que está siendo muy clara sobre ello al decir: “la mujer, como ser humano autónomo, que no es simplemente alguien que dios ha hecho en función de la necesidad de procrear” y al apelar a la particularidad de las situaciones de las mujeres. Este mismo fragmento nos podría conducir de vuelta al anterior, para decir que en efecto, Forcades, desde su lugar dentro de la iglesia católica, está cuestionando muchos de los preceptos que se divulgan como comunes de la misma. Entonces, ¿no está cuestionando su estructura?

Escribe también mi compañera: - “Pues ella me parece una mujer interesante sin duda, pero para mi si tiene que haber una clara separación entre el feminismo y la iglesia, pues es que ha sido ella la reproductora de gran parte de las lógicas machistas de poder... no es feminista radical, entiende este discurso como el de la diversidad y en donde cabe todo, y de alguna manera intenta seguir reproduciendo la idea de que en los discursos de las mujeres caben todos los discursos.”

Dice Forcades: - "...esa capacidad de oponerse a la injusticia, en este caso la injusticia que hace referencia a lo que una mujer puede o no puede hacer en base a su sexo... que no deban ceñirse a unas expectativas externas, que en nombre de DIOS, de la sociedad, de la naturaleza, de la ley, de la conveniencia política, económica social... QUE NO SEA DESDE ESE MOLDE EXTERNO QUE SE DETERMINE A LAS PERSONAS... que esa determinación externa de lo que una persona puede o no puede hacer va en contra de lo que llamamos, la libertad que nos da dios, que siempre en diálogo, con una propuesta que hace dios a cada persona, ahí exista siempre esa respuesta libre de la persona para poder actualizar o no esa propuesta de dios... y las ESTRUCTURAS SOCIALES Y ECLESIALES deberían ser las ideales, deberían ser las que conducen a esa posibilidad de diálogo libre..."

Muestro el contrapunto entre lo dicho por mi compañera y lo dicho por Forcades, ya que considero importante exponer cómo, la monja pareciese no ser una voz apta para las acciones y discursos feministas, por el hecho de llevar un hábito que la ubica dentro de la iglesia y que por ende, cualquier intento de ella por desafiar, reestructurar o señalar cómo funciona un sistema como el eclesial y cómo éste le ha quitado en gran medida la voz a las mujeres o cómo ha deslegitimado la existencia de parejas del mismo sexo, pero también, como dentro de ese mismo sistema ha habido personajes que han resistido a dichos mandatos, pareciese invalidado porque sus creencias religiosas tienen en ella la implicación de ser una monja, como si esto constituyese algo no permitido dentro del “modelo correcto de mujer” que pretende una política de identidad del feminismo, de ese feminismo que se enunciaba en los comentarios al enlace como “separado de la iglesia” e incomodador, que además no debe conciliar, “porque las mujeres siempre hemos conciliado”. Diane Elam escribe al respecto: “En primer lugar, muy a menudo la política de identidad fomenta la uniformidad y el conformismo. En nombre de la «identidad» y la «identificación», dicha política les exige unirse a todas las mujeres exclusivamente en base a lo que tienen en común, de modo tal que la diferencia entre las mujeres resulta no sólo ignorada sino borrada. La pregunta que surge es: ¿el feminismo debe siempre buscar borrar la diferencia dando a luz una familia de hijas idénticas que luchan todas por las mismas causas, que pretenden todas compartir los mismos objetivos feministas?” Entonces, ¿deberían borrarse las diferencias religiosas para poder generar un feminismo aceptable, “incomodador”, válido? ¿No pueden las monjas hablar porque no hacen parte de la unificación de un ideal de mujer feminista atea que lucha desde fuera y contra la iglesia?

Mi punto es que en un debate como el planteado puntualmente y al que me estoy refiriendo, la forma de deslegitimar la voz y los postulados de Teresa de Forcades se basan exclusivamente, aunque se pretenda aclarar que no, en el hecho de ser una monja, como si sus creencias y la forma en las que actúa a través y en nombre de las mismas, fuesen imperativamente negadoras de su participación y actuación como feminista. Digo exclusivamente, puesto que los comentarios hechos en torno al enlace publicado, muestran total desconocimiento de lo dicho por Forcades en la presentación motivo del video. Aclaro, como si ser una monja le impidiera declararse en contra de un sistema que la atraviesa, como si le impidiera tener una voz válida dentro del discurso feminista y sobretodo, como si implicara su imposibilidad de resistencia. Elam dice que “el potencial positivo de la política feminista es que esa política toma la indecidibilidad[4] de las múltiples determinaciones de las mujeres –el choque entre virgen, ramera, madre, etc.– como el espacio aporético dentro del cual se produce la libertad”, con lo cual yo concuerdo y por lo que diría que precisamente, eliminar la posibilidad de resistencia de Forcades dentro de su espacio por sus determinaciones, estaría absolutamente en contra de una política feminista que entienda lo paradigmático de la resistencia misma, que se genera dentro de esas determinaciones y no fuera de ellas.

En este mismo sentido de una política que tome en cuenta la indecidibilidad, que se repiense ese mismo espacio de lo político como un lugar de constantes negociaciones, sin sujetos predeterminados centrales dentro de las acciones, luchas y discursos, que reconoce los límites de la política de identidad y que no tiene lineamientos fijos y determinados, no sólo proporcionaría espacios en los que las voces de los cuerpos no contemplados dentro de ese “ideal sujeto del feminismo” pudiesen hablar, como por ejemplo Forcades por ser monja, sino que implicaría también la posibilidad de llegar a esos lugares a los que muchos de los discursos y prácticas feministas no han llegado, puesto que éstos han estado concentrados, en gran medida, en un sujeto determinado con la tiranía de leyes universales y universalisantes que desconoce otras formas de acciones de resistencia.

De esta manera, pienso pertinente lo dicho por Rosalva Aída Hernández Castillo y Liliana Suárez Navaz en “Descolonizando el feminismo”: “La descolonización del feminismo implica abandonar atalayas y laboratorios, instituciones de diagnosis y prognosis, identidades certeras, y herramientas analíticas monocordes. La descolonización implica trabajar en alianzas híbridas, multiclasistas, transnacionales, para potenciar un movimiento feminista transformador que pueda contrarestar con organización, solidaridad, y fortaleza la dramática incidencia del capitalismo neoliberal en la vida de las mujeres del sur.”



[1] http://www.youtube.com/watch?v=eNpLs9n2PD0&feature=share

[2] http://www.facebook.com/groups/296958646988446/423935524290757/

[3] http://www.youtube.com/watch?v=AUrmf9tIRzE

[4] indecidibilidad como imposibilidad o dificultad de decidir. En Diane Elam, “Hacia una solidaridad sin fundamento”.