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Alistando el teclado

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Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

martes, 30 de marzo de 2010

"La verdad sobre el ciberfeminismo" Cornelia Sollfrank











La pregunta "¿Qué es el Ciberfeminismo?" es, definitivamente, la que más a menudo me hacen. Todos los que se enfrentan con el término por primera vez buscan una respuesta. Sin embargo incluso después de varios años de reflexionar sobre la cuestión, puede pasar, que simplemente no tengas una contestación definida, o que tengas que hacerte la pregunta repetidas veces, o quizá tienes la respuesta y, simplemente, no quieres darla (!?).

La Primera Internacional Ciberfeminista que tuvo lugar en Kassel, Alemania, en septiembre de 1997, acordó no definir el término. En su lugar, escribimos las 100 Anti-Tesis. Estas 100 anti-definiciones definen claramente lo que NO es el Ciberfeminismo. Aquí tienes una pequeña selección:
-el Ciberfeminismo no es un -istmo- -el Ciberfeminismo no es un arma arrojadiza --el Ciberfeminismo no es un antojo femenino --Cyberfeminismus ist keine kunst --el Ciberfeminismo no es una película de miedo --el Ciberfeminismo no es una ideología --Cyberfeminisme n'est pas une pipe --el Ciberfeminismo no lo constituye una sola mujer.
No obstante, incluso después de haber leído las 100 Anti-Tesis, puede que sigas sintiéndote insatisfecho en relación a la pregunta del comienzo.

En nuestra época, cuando buscas una información tiene sentido hacer una búsqueda en Internet. Si realizas esta exploración desde los portales más populares encontrarás, aproximadamente, unos 500 enlaces sobre Ciberfeminismo. Hallarás manifiestos, textos, biografías individuales y proyectos artísticos. Podrás encontrar proclamaciones eufóricas, conceptos utópicos, pero tan bien podrás encontrar críticas sobre conceptos y teorías ciberfeministas. Considero muy recomendable el desarrollo de esta búsqueda, dado que se obtiene una buena perspectiva de la gran variedad de información que subyace en la red sobre este término, y realmente puede ayudarte a comprender los escritos y pensamientos fundamentales sobre el Ciberfeminismo. Muchas mujeres (y tan bien algunos hombres) que con frecuencia ni se conocen ni conocen sus trabajos respectivos, se han unido bajo este paraguas, contribuyendo así a construir la historia del Ciberfeminismo, y al mismo tiempo haciendo comprensible el hecho de que cada uno entienda de forma distinta el concepto.

Uno de los enlaces que con seguridad encontrarás en tu búsqueda es el de Old Boys Network, (www.obn.org) web de la organización internacional ciberfeminista. OBN es un proyecto para la red que comencé a desarrollar junto con otras dos mujeres en 1997. Desde entonces ha crecido y cambiado mucho pero, si te interesa, puedes encontrar más información sobre las Old Boys Network en nuestro site. En términos generales, podríamos decir que OBN también se articula alrededor de la pregunta primera: "¿Qué es el Ciberfeminismo?". Si lo que estás buscando son respuestas rápidas podrías echar un vistazo a la FAQ de nuestra página web. FAQ significa Frequently Asked Questions (preguntas más frecuentes) y es un archivo con formato de preguntas y respuestas. Muchas páginas web utilizan una lista FAQ que compilan la información sobre determinados temas y eliminan la necesidad de dar respuestas personalizadas a las dudas y preguntas. La sección FAQ de OBN contiene respuestas diferentes e incluso contradictorias, ya que han sido formuladas de manera independiente por las diferentes integrantes de OBN. A continuación tienes algunos ejemplos:

"El ciberfeminismo es...

--un feminismo, por supuesto--enfocado al medio digital.
--un vehículo de discusión de ciertos métodos en teoría, arte y política.
--la versión actualizada del feminismo dedicada a una nueva distribución política que se alza gracias a una nueva cultura global y a la sociedad multimedia.
--un nuevo producto y su estrategia de marketing al mismo tiempo.
--mucho más que cualquier otro feminismo, unido al diseño y la estética, en el nuevo orden mundial del sistema pancapitalista que está por llegar." (Fin de la cita)

Yvone Volkart, crítica y teórica del arte suiza, y también miembro de OBN, afirma que el Ciberfeminismo es, de hecho, un MITO. En la charla introductoria a la siguiente Internacional Ciberfeminista, ella declaró: "Un mito es una historia de origen inidentificable. Un mito se basa en una historia central relatada una y otra vez con distintas variaciones. Estas características hacen que se ajuste perfectamente a las corrientes y necesidades postmodernas. Un mito niega la primacía de UNA historia identificada como UNICA verdad, [¡Llegados a este punto os habréis dado cuenta del carácter irónico del título de mi lectura!] y esto implica la necesidad de leer entre líneas y considerar las diferencias existentes entre las distintas historias. Pero hablar de Ciberfeminismo como mito, no implica mitificarlo, sólo admitir que el Ciberfeminismo existe únicamente desde la pluralidad." (Fin de cita)

Aunque estoy de acuerdo con Yvonne en su apreciación de que no existe sólo UNA historia y UNA verdad, paradójicamente, llegados a este punto quisiera hacer un experimento y tratar de escribir una pequeña historia del Ciberfeminismo. La invención del Ciberfeminismo data de 1992. De manera independiente tanto la teórica cultural inglesa Sadie Plant como el grupo de artistas australianas VNS Matrix comenzaron a usar el término. Éste resultó de la simple fusión de "ciberespacio" y "feminismo". Es interesante destacar la apuesta que se hizo a favor del prefijo "ciber" y no "tecno" o "virtual" como indicativo de algo novedoso. "Ciber" deriva realmente de la palabra cibernética. Norbert Wiener, fundador de la cibernética, basó sus teorías en la suposición de que existe una analogía entre los sistemas orgánicos y tecnológicos regulados, que transmiten y procesan la información. A mediados de los ochenta, el autor de ciencia-ficción William Gibson agregó otro significado más al original en su trilogía ciberpunk. Él creó el ciberespacio, el mundo virtual de los trabajos electrónicos en red, un espacio etéreo de alucinación colectiva. En el ciberespacio el cuerpo se desvanece existiendo sólo como flujo corporal. Esta visión indica claramente una fantasía holística y quizá incluso sexista, puesto que las mujeres son mayormente consideradas como mujeres-robot (fembots) y ciber-niñas (cyberbabes). A partir de estas ideas sexistas inherentes al mundo cibernético, la adhesión a éste del feminismo supone un giro irónico y ofrece espacios de interpretaciones alternativas sobre lo que el ciberespacio podría ser.

Por otra parte, crear el "ciber"feminismo fue una acertada idea de marketing. Las novelas de Gibson habían supuesto un gran hito, y el prefijo ciber se usaba en todo tipo de combinaciones, posibles e imposibles, como: cibercuerpo, cibersexo, ciberdinero, cibercomida, ciberporquería, y así sucesivamente. Se inició una nueva era, un tiempo en el que todo el mundo podía librarse de los problemas materiales, a saber, del cuerpo, (libre de dolor, sexo, deseo...). Unir estos conceptos al feminismo puede parecer contradictorio ya que, al menos hasta los 80 cuando las categorías de hombre/mujer fueron deconstruidas o ampliadas por la introducción del "género", el feminismo estaba claramente relacionado con la identidad "natural" y psíquica de los cuerpos (hombre / mujer). Y el feminismo aún se identificaba en gran medida con la "vieja escuela feminista" -especialmente con los tan populares esfuerzos asociados con, por ejemplo, los movimientos de liberación de la mujer de la década de los 70-. Estos movimientos típicamente enfatizados en su concepción ideológica e intencional de la política, se expresaban en términos de "hombre" y "mujer", con frecuencia tomaban formas separatistas y tecnofóbicas, asumían un alto nivel moral en sus esfuerzos por compensar la discriminación social y la victimización de la mujer, y ambicionaban lograr objetivos claramente definidos (reformas legislativas, etc.)

Las formas más características de feminismo que emergieron a mediados de los ochenta y noventa, y que en su mayor parte surgieron en la vida académica, fueron más teóricas que la retórica política del feminismo de los setenta; este cambio hizo que fuera necesario un pensamiento más profundo y que se dieran menos instrucciones de acción política. Mediante la simple y feliz unión del hito ciber al término feminismo, en los años 90, se volvió a generar un inmenso potencial. El sinónimo para una irreflejada comprensión eufórica de las nuevas tecnologías, que definitivamente asume el término "ciber", dio una nueva vida al debate sobre género y feminismo --e hizo que se vendiera de nuevo.


Volviendo a la historia. Aunque las VNS Matrix y Sadie Plant, sugirieron el término en el mismo año, sus acercamientos se realizaron desde perspectivas diferentes. Plant, asocia el término a la relación entre mujer y tecnología, que describe como íntima y subversiva. Para ella el Ciberfeminismo es la "respuesta teórica al hecho de que cada vez más mujeres aporten su innovador impulso dentro del arte electrónico y las tecnologías virtuales."

En su último libro "Ceros y Unos", Plant expone completamente esta respuesta teórica. Su premisa básica es que el significado femenino va unido al de digitalización de la sociedad. La extensión de lo no-lineal, lo descentralizado, y las estructuras no jerarquizadas, juegan un papel central. Plant reconoce este hecho como el retorno del "principio femenino". Pero este proceso no resulta de la intervención política o de cualquier otra, sino que sucede automáticamente, sin ningún esfuerzo. Realizar esta afirmación confiere poder y creatividad a las nuevas tecnologías, a sus características inherentes y a la constelación de la que provienen

Plant esboza un modelo utópico, y lo reclama como realidad. Lo femenino y la sociedad digital son su inspiración, y los une en un camino del que ninguno pueda escapar jamás. Lo que quiso ser una utopía positiva, motiva un sentimiento de intranquilidad por su inmanente inutilidad. Para su argumentación, Plant emplea ideas de Irigaray sobre la simbolización femenina; caminos tomados tradicionalmente por la historiografía (producción de héroes/heroínas e identificación con figuras como la de Ada Lovelace); el concepto freudiano de la mujer tejiendo simbolizando la carencia del pene; y la universalidad de la máquina de Turing que se compara con el mimetismo femenino. Aparentemente no deja ninguna cuestión sin respuesta.

Ahora, me gustaría proponer otro experimento, el de leer a Plant como si ella hubiera realizado estas afirmaciones de una manera irónica, esto le devolvería poder subversivo a su rígido concepto. Desafortunadamente, sus afirmaciones no tomaron este cariz.

El acercamiento de los ancestros artísticos del ciberfeminismo, VNS Matrix, es totalmente distinto. Aunque participan de la afirmación que hace Plant de que la sociedad digital es una feminización, si embargo, sus manifestaciones poéticas desde y sobre el cuerpo femenino siempre estuvieron acompañadas de un guiño y un codazo. Además, sus esfuerzos más literales por contaminar de sangre, limo, coño y locura la tecnología fueron bastante confusos como para deslucir el asentado mito de que la "tecnología" es sólo "cosa de hombres".

Quisiera terminar mi historia aquí, en la gran rechazada Donna Haraway que en los ochenta escribió el fundamental Manifiesto para Cyborg. Su cyborg, símbolo de un futuro después del género, es hoy considerado por muchos como el verdadero punto de partida del pensamiento ciberfeminista. Sin embargo, Haraway nunca utilizó el término Ciberfeminismo ni lo reclamo como suyo.

Así, con esta breve historia, es posible ver cómo las creadoras del término Ciberfeminismo, lo utilizan de maneras muy divergentes. Más allá de estas diferencias en los orígenes -las ideas sobre "lo femenino" y la relación construida entre la mujer y la tecnología- hay, todavía, otras muchas diferencias: las formas en que el término es utilizado por la nueva "generación" de ciberfeministas -que usan la expresión de maneras idiosincrásicas para referirse a proyectos, ideas, movimientos, ideales, actitudes y actividades heterogéneos. De manera que, en un breve espacio de tiempo, el término Ciberfeminismo ha sido apropiado de maneras muy originales.

El Ciberfeminismo está comenzando a aparecer con cierta frecuencia en el contexto artístico, político y de la ciencia. Su propósito más claro sugiere una demanda o estrategia política. Pero también puede ser que señale un método artístico. ¿Quizá el Ciberfeminismo convierte la práctica artística en práctica políticamente efectiva, o, tal vez sugiere los métodos artísticos como política? ¿Qué significa "política" en este contexto?

Tal como señalé antes, hay una clara distinción respecto a la política feminista de los setenta. Los esfuerzos feministas posteriores de los ochenta y noventa ya adoptaron formas más diferenciadas y menos abiertas, que negaron muy a menudo algunas de las premisas básicas de sus precursores. Y todos estos feminismos diferentes y diversos coexisten hoy en día unos al lado de otros. Éste es el contexto donde el Ciberfeminismo surge -al respecto, no sorprende en absoluto que las ideas sobre lo femenino y sus relaciones con la tecnología y la política deban ser extremadamente divergentes-.

El prefijo "ciber" se usa, por supuesto, como tentativa lingüística para distinguir estas teorías y prácticas de aquellas primeras y segundas oleadas de "feminismos" -con mayor o menor éxito, dependiendo de los contextos-. Sin embargo, como otro campo entre estos extremos, tiene éxito, no obstante, en establecer un nuevo marco de referencia *por su misma existencia*. Y tan heterogéneos son los Ciberfeminismos que fácilmente uno sólo puede argumentar que la construcción del término no consiste en prefijar al sustantivo "feminismo" con "ciber" sino más bien lo contrario: "ciber" puede ser la palabra principal y "feminismo" el sufijo que la modifica.

En este caso, las primeras preguntas pudieron implicar cómo "lo ciber" en adición a lo "femenino" relacionan ambas palabras tanto a las más viejas preguntas como a las más nuevas tecnologías. Así, una feliz y fructífera confusión predomina -animando a activistas, artistas y teóricos a cambiar constantemente sus discursos, a formular otros nuevos, a implementar los Ciberfeminismos para ellos y para sus intereses, y, por supuesto, a discutir estas preguntas e ideas. No es que las condiciones sociales reales ya no necesiten al feminismo; sino que unas más complejas estructuras de pensamiento y unas constelaciones más móviles de poder hacen más difícil de identificar y alcanzar, en una escala de masas, acercamientos políticos concretos.

Estos nuevos puntos de partida -diferentes de sus precursores y de cada uno de ellos mismos también- requieren nuevas formas de acción. No importa si los métodos toman formas políticas, artísticas o filosóficas, por la simple razón de que la política puede tomar formas artísticas y el arte formas políticas, etc. Lo qué *es* importante es una referencia común en las relaciones y alianzas que constantemente son formadas, puesto que el Ciberfeminismo no se expresa a sí mismo en singular, en acercamientos individuales, sino en las diferencias y los espacios intermedios.

En una cultura en la que la acumulación y el avance de las tecnologías se expresa continuamente en términos de liberación de la naturaleza, hay ciertas tendencias básicas que debemos reconocer: las nuevas formas de sujeto-constitución, la nueva distribución de competencias de acuerdo con las nuevas tecnologías, las nuevas infiltraciones de las configuraciones del poder y las nuevas formas de discurso que se han establecido. En los campos donde estos fenómenos coexisten y son coextensivos el Ciberfeminismo funciona como un tiempo de unificación. Este hecho crea el mito de una identidad política sin forzar a nadie a luchar por ella.

Llegados a este punto, me gustaría citar al artista Joseph Beuys, que explicando las estrategias de su proyecto " Buro fur direkte Demokratie" (oficina de democracia directa) dijo una vez: "para mí, tenía la misma importancia colgar cualquier término en el muro; las personas simplemente tenían que encontrar el término que les interesara. Entonces este término podría funcionar como punto de acceso a la problemática actual." (Fin de la cita). Opino que el término Ciberfeminismo es perfecto, en la medida en que toma esa función. Usar el término es parte de la estrategia.

Como consecuencia, el Ciberfeminismo se identifica tanto con estrategias políticas como con métodos artísticos- y está muy bien. Crea tu propio Ciberfeminismo, puede ayudarte a encontrar la verdad del mismo.


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Traducción: Eva Guil Walls y Remedios Zafra.

Sobre "El amor es una droga dura" de Cristina Peri Rossi


Este breve texto tiene la pretensión de desarrollar, en pocas palabras, una corta revisión sobre “el crepúsculo de las identidades genéricas tradicionales en la contemporaneidad, vistas desde los personajes de Javier y Nora en «El amor es una droga dura», de Cristina Peri Rossi”. Cabe aclarar que la obra de Peri Rossi, que le concierne a esta reseña, merece una revisión más cuidadosa que la que se hará a continuación, puesto que las características que sirven para expresar dicho crepúsculo, que servirá como trampolín para aproximarse al texto de esta autora, están inmersas en un panorama lo suficientemente complejo como para merecer una exploración mucho más extensa al respecto. Por lo pronto entonces, éste es un primer acercamiento al libro de la uruguaya.

Cristina Peri Rossi, nace el 12 de noviembre de 1941, en Montevideo. Es exiliada de su país en la época de la dictadura y desde ese momento se instala en Barcelona. En su narrativa, en obras como “Solitario de amor” y “El amor es una droga dura”, se desarrolla un contenido altamente erótico, en el que hay diversos acercamientos a la idea de “deseo” y a las aproximaciones que sus personajes tienen del mismo. En estas dos obras, los personajes a través de los cuales se accede a las situaciones que se desarrollan en los textos son hombres; en el primero el personaje principal narra su historia, mientras que en el segundo es un narrador que no participa del texto el que habla sobre la vida de Javier, el personaje “principal” de la obra de Peri Rossi que le concierne a esta reseña, sobre el que se hablará adelante.

Se accede entonces, a través de estos dos hombres(los protagonistas de cada una de las obras anteriormente nombradas), a través de su relación con lo “femenino”, a la caída de las concepciones tradicionales que encierran las dos categorías de género; el sujeto masculino, concebido tradicionalmente como el sujeto racional, dueño del ámbito lógico discursivo, se ve enfrentado ante la pérdida del mismo, se encuentra a sí mismo escindido de los roles establecidos como propios de su “ser hombre” y se enfrenta a la destrucción de ese que había concebido como su lugar en el mundo; así da paso entonces a la problematización del hombre que se había definido en la historia occidental, a través del otro, ese otro que anteriormente era definido desde lo masculino, pero que ahora no solo se define, sino que se da el lujo de no definirse y que está constantemente deconstruyéndose desde y como “sujeto del feminismo”, retomando el término usado por Teresa de Lauretis en “La tecnología del género”.

Es importante decir, que el protagonista de “Solitario de amor” es un sujeto con todas las características de lo considerado tradicionalmente como femenino, por tanto toda su narración es prácticamente de adoración a la mujer, elimina de cierta forma la trascendencia de lo fálico y hace un énfasis constante en el útero y en los fluidos del cuerpo de la “hembra de la especie humana”. Este hombre femenino es con el que se encuentra el lector de “Solitario de amor”, del cual valdría la pena hacer también un estudio más extenso. Al contrario de este sujeto, en el que se ve, más que el crepúsculo de la masculinidad tradicional, el nacimiento de una “nueva” posibilidad de construcción del hombre, en “El amor es una droga dura, se ve, en efecto dicho crepúsculo.

En un artículo titulado “El transgénero en la posmodernidad” (que habla precisamente de las características que le corresponden a la posmodernidad, en torno a la caída de los grandes relatos, de los grandes moldes y de la división dicotómica del mundo, en donde hace una alusión clara a las cuestiones sobre el género, el sexo y la sexualidad en la contemporaneidad) Gabriel Cocimano, cita a Vicent Canet, quien dice: “«El macho-machista comienza a ser sustituido por el macho-ambiguo que, sin dejar algunos tics machistas, empieza a redefinir su identidad a partir de la mezcla de los atributos considerados socialmente masculinos y femeninos: es el hombre débil, sensible, padre, ambiguo sexualmente, preocupado por la estética (...) Quizá no ambiguo sexualmente en cuanto a su opción sexual, sino porque su identidad está en tránsito: saben que no quieren mostrarse como machos-machistas, pero tampoco ven una vía clara de cómo ser hombres».”(cita 1) Esta descripción sirve para señalar la situación del personaje de Javier, en “El amor es una droga dura”.

La constante comparación entre la cámara fotográfica (su forma de acceder, de aprehender el mundo) y el pene, por parte de Javier, “La cámara era un falo permanentemente erecto, con el cual intentaba penetrar la realidad, dominarla, conquistarla y retenerla” (cita 2) , es una metáfora clarísima de su visión falo-céntrica del mundo (cita 3) ; además, su concepción de la mujer como una mercancía portadora de “belleza”, su familiaridad con el uso del cuerpo femenino como método de venta y su aplicación en la publicidad, describen aparentemente al “macho-machote”, que ve a la mujer solo como objeto de deseo, y no como posibles sujetos de afecto, ni como sujeto deseante. Aún así, a medida que se va desarrollando el texto, se puede entender a un Javier que va perdiendo paulatinamente su “identidad” de “macho-alfa”, para dar paso a un sujeto con características como la delicadeza, la vulnerabilidad, la fragilidad, la sensibilidad, antes atribuidos específicamente a las mujeres. Javier es un personaje que ante la presencia de un sujeto femenino no tradicional, como lo es Nora, y ante todo, de ella como un sujeto fragmentado, como en un espejo se fragmenta Javier a si mismo y en esa fragmentación va involucrada su masculinidad.

Nora es un personaje construido con la noción de un “estar”, más que de un ser, su fragmentación y continuo tránsito entre diferentes “representaciones” de lo femenino, ejemplifican aquello que en “La tecnología del género” Lauretis describe como el género como representación y auto-representación. Nora deconstruye constantemente su categoría de “mujer” y se “moviliza entre postulados antes solo posibles para los hombres y los tradicionales concebidos para las mujeres, como el pensarse escindida de la “emocionalidad”, de la sentimentalidad, el fluctuar entre ser delicada y fuerte, dominante y vulnerable, entre su deber ser “bella” pero su no tener que serlo “para los hombres”…

Visto que es una reseña, adentrarse en problemáticas como la noción de la belleza desde las artes tradicionales dedicada exclusivamente a la figura canónica femenina, la fotografía vista en el texto como un acto netamente masculino, las relaciones que existen entre los personajes principales de “Solitario de amor” y “El amor es una droga dura”, tanto como las mujeres que aparecen en los mismos textos, que son (relacionándolas también) personajes que se construyen como sujetos fuertes, no vulnerables, con características antes atribuidas a lo masculino, sin dejar de ser descritas como femeninas y que por su construcción como “sujetos del feminismo” hacen propicio que los hombres tengan que reevaluar su construcción como sujetos masculinos… entre otras, es una tarea que se merece, como se ha repetido continuamente en el texto, una revisión más extensa. La razón de esto es que a través de los personajes de Peri Rossi, se visualiza un panorama que si bien abre muchísimas posibilidades en torno a las diferentes formas de construcciones de sujetos, es un panorama que desvela el temor que despierta el estar en una época de tránsito en la que no solo los hombres no ven “una vía clara de cómo ser hombres”, sino que los sujetos en general, no ven aún una vía clara de cómo entenderse en el mundo bajo estos nuevos parámetros, o mejor, bajo la pérdida constante de los mismos.


Cita 1: http://www.margencero.com/articulos/ambiguedades.htm
Cita 2: PERI – ROSSI, Cristina. El amor es una droga dura. Ed. Planeta. Bogotá 2009. P. 21
Cita 3: Es importante mencionar precisamente el acto fotográfico como un acto tradicionalmente masculino, como las bellas artes en occidente. Aunque la fotografía es un “invento” reciente, pertenece a la etapa álgida de la modernidad y carga con todas las contradicciones de nacer entre revoluciones y cambios que estaba registrando, al mismo tiempo que tenía toda la potencialidad para convertirse en la disciplina por excelencia del siglo XX, en especial en los 80’s, cuando todas las artes se ven vinculadas a la misma. En cuanto al tema que nos concierne, es entonces un medio que “nace” inscribiéndose como masculino, dentro de la concepción tradicional de los grandes relatos, de las verdades de la modernidad (en efecto se creía en un inicio que la fotografía capturaba “la realidad”), para después verse como uno de los medios que implicaba los dobles sentidos, las ambigüedades, las ficciones que van de la mano con la imposibilidad de acceder al mundo tal como es y sobretodo, su sentido como “signo vacío”. La fotografía como índice, como portadora de significación únicamente en relación con su referente, con el objeto que es su causa y del que es huella, implica en su misma ontología un cambio considerable en la visión del mundo, que tiene consonancias con las teorías sobre género, no en vano muchas feministas la adoptaron como medio. La visión del signo vacío, del índice, se relaciona con la visión de Teresa de Lauretis respecto al género como representación. (Acotación que podría ser llevada a un análisis más extenso respecto a la relación entre teorías sobre el género y la fotografía).

El Almuerzo Desnudo

Diecinueve años después del estreno de la película de Cronenberg, tuve la oportunidad de verla. No conozco lo suficiente aún a los escritores de la generación Beat, así que me abstendré de hablar al respecto. La relación de la escritura con la construcción del mundo, el mundo como ficción, esa es una de las cosas que m ...ás me interesaron. "Exterminar cualquier pensamiento racional", como dice Bill al incio de la película. Contiene una cantidad de elementos sugestivos, maravillosos no sólo visualmente sino precisamente como potencializadores de reflexión, de reflexión en torno al cuerpo, a las formas de ver, a lo erótico... Eso si, una obra oda a la misoginia, que evidentemente molesta, pero pues que en este caso, podría tomarse como una de esas circusntancias de época, mejor, quisiera pensarlo de esa forma para no perderme de esta película que considero de sobra, una obra maestra cinematográfica.