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Alistando el teclado

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Daria J. Buñuel del perpetuo Humero

miércoles, 10 de marzo de 2010

Virginie Despentes


Hace unos días encontré, en mi inbox de facebook, un mensaje de una amiga que no veo hace buen tiempo; el mensaje tenía cómo título "Virginie Despentes... muchos libros para leer!!!!" y contenía el fragmento de un libro, deduzco estará leyendo (no hemos tenido oportunidad de hablar del tema). El fragmento es el siguiente:

"Y porque, en general, el humor y la invención están de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que tener para chulearse, se es a menudo más creativo. Yo, como chica, soy más bien King Kong que Kate Moss. Yo soy ese tipo de mujer con la que no se casan, con la que no tienen hijos, hablo de mi lugar como mujer siempre excesiva, demasiado agresiva, demasiado ruidosa, demasiado gorda, demasiado brutal, demasiado hirsuta, demasiado viril, me dicen. Son, sin embargo, mis cualidades viriles las que hacen de mí algo distinto de un caso social entre otros. Todo lo que me gusta de mi vida, todo lo que me ha salvado, lo debo a mi virilidad.

Así que escribo aquí como mujer incapaz de llamar la atención masculina, de satisfacer el deseo masculino y de contentarme con un lugar en la sombra. Escribo desde aquí, como mujer poco seductora pero ambiciosa, atraída por el dinero que gano yo misma, atraída por el poder de hacer y de rechazar, atraída por la ciudad más que por el interior, siempre excitada por las experiencias e incapaz de contentarme con la narración que otros me harán de ellas. No me interesa ponérsela dura a hombres que no me hacen soñar. Nunca me ha parecido evidente que las chicas seductoras se lo pasen tan bien. Siempre me he sentido fea, pero tanto mejor porque esto me ha servido para librarme de una vida de mierda junto a tíos amables que nunca me habrían llevado más allá de la puerta de mi casa. Me alegro de lo que soy, de cómo soy, más deseante que deseable. Escribo desde aquí, desde las invendibles, las torcidas, las que llevan la cabeza rapada, las que no saben vestirse, las que tienen miedo de oler mal, las que tienen los dientes podridos, las que no saben cómo montárselo, ésas a las que los hombres no les hacen regalos, ésas que follarían con cualquiera que quisiera hacérselo con ellas, las más zorras, las putitas, las mujeres que siempre tienen el coño seco, las que tienen tripa, las que querrían ser hombres, las que se creen hombres, las que sueñan con ser actrices porno, a las que les dan igual los hombres pero a las que sus amigas interesan, las que tienen el culo gordo, las que tienen vello duro y negro que no se depilan, las mujeres brutales, ruidosas, las que lo rompen todo cuando pasan, a las que no les gustan las perfumerías, las que llevan los labios demasiado rojos, las que están demasiado mal hechas como para poder vestirse como perritas calentonas pero que se mueren de ganas, las que quieren vestirse como hombres y llevar barba por la calle, las que quieren enseñarlo todo, las que son púdicas porque están acomplejadas, las que no saben decir que no, a las que se encierra para poder domesticarlas, las que dan miedo, las que dan pena, las que no dan ganas, las que tienen la piel flácida, la cara llena de arrugas, las que sueñan con hacerse un lifting, una liposucción, con cambiar de nariz pero que no tienen dinero para hacerlo, las que están desgastadas, las que no tienen a nadie que las proteja excepto ellas mismas, las que no saben proteger, esas a las que sus hijos les dan igual, esas a las que les gusta beber en los bares hasta caerse al suelo, las que no saben guardar las apariencias; pero también escribo para los hombres que no tienen ganas de proteger, para los que querrían hacerlo pero no saben cómo, los que no saben pelearse, los que lloran con facilidad, los que no son ambiciosos, ni competitivos, los que no la tienen grande, ni son agresivos, los que tienen miedo, los que son tímidos, vulnerables,
los que prefieren ocuparse de la casa que ir a trabajar, los que son delicados, calvos, demasiado pobres como para gustar, los que tienen ganas de que les den por el culo, los que no quieren que nadie cuente con ellos, los que tienen miedo por la noche cuando están solos.

Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre (...)"

Supongo que me mandó el mejor abrebocas, ese fragmento que seguramente me hará leer a Despentes en poco tiempo, veremos cómo me va con la lectura de esta autora.

7 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. La autora ilustra muy bien el estereotipo de mujer actual, y tal vez sea el ejemplo más claro de que la revolución femenina sólo se llevó a cabo en una parte muy pequeña -creo yo desde lo civil-, no obstante parece que las mujeres viven felices con esto, y por ejemplo ser objeto de lucro en portadas de revista, en clubes nocturnos y en alfombras rojas no es objeto de revolución, mas bien de placer.

    Por último me agrada la idea que propone la autora al sugerir el lesbianismo como medio para iniciar una verdadera revolución.

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  3. Bueno, creo que hay algo fundamental, y es que en efecto, aunque hayan una serie de búsquedas y de cuestionamientos respecto a los roles tradicionales de género, por parte de algunas mujeres (y de algunos hombres), de unos años para acá, es cierto que, por lo menos en Colombia, aún la mayoría está enmarcada dentro de ciertos parámetros que responden a un fuerte legado de los roles tradicionales concedidos a las mismas: "...Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación..."

    Bien, para la muestra un botón, para irnos a lo más comercial de la cosa "Los caballeros las prefieren brutas" apoya esa idea de "no se muestre muy inteligente, no se muestre como una mujer que desea, no se muestre fuerte... porque si lo hace ningún hombre la va a voltear a mirar", como si esa fuese la tragedia más grande que pudiese ocurrirle a una mujer. Yo respondo a eso con "Algunas mujeres las preferimos inteligentes."

    Me parece encantador poder expresarse como un sujeto deseante, inteligente, capaz, crítico, sin entender esto como un obstáculo para las relaciones interpersonales, sino entenderlo como un disparador de posibilidades de estar en el mundo.

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  4. De hecho, hay un espacio de el programa -no lo he visto bien-, donde algún tipejo de estos le dice a la mujer "inteligente" del programa, algo como: -Usté es muy inteligente, parece un hombre-, inmediatamente, ella se indigna, no porque le dijeron que no podía ser suficientemente inteligente "como un hombre", sino que, sólo los hombres podían ser inteligentes, sino porque no la desean. Aquí entramos a un paralelo, donde claramente hasta en los muestreos públicos más "subversivos", se lanza un imaginario de la mujer ideal...
    A mí por lo menos, me causa escozor, y no dejo de pensar, cuando estás cosas pasan, que me encanta reiterarme como una mujer esquelética, fea, masculina y femenina, escandalosa, burda, grosera, guarra, imprudente...

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  5. Ah pequeña, de hecho creo que se ha vuelto uno de mis temas, como dije en la publicación anterior, esta cosa de "los caballeros las prefieren brutas"; precisamente escribí algo al respecto en la otra entrada también, es que creo que me tiene indignada la cosa, tan indignada que me siento fastidiosamente reiterativa, pero es precisamente por eso, porque el "mensaje" del programa es que "si usted es una mujer inteligente, muéstrese bruta, así va a tener a los hombres que quiera" y eso me parece realmente aberrante. Además, ¿en dónde hay una mujer medianamente viril en el programa? Todas en efecto, reproducen el ideal de mujer, muy bonita, inteligente pero no mucho, muy delicada y que quiere que la protejan.

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  6. Lo más triste, es que la que tiene la batuta de lo subversivo, es terriblemente estereotípica :S

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  7. Todas, todas parecen ser la misma... es increíble, y es que ahí digo que en efecto, no nos hemos quitado la vaina de "la mujer", cuando somos "las mujeres" y bien diferentes entre nosotras, igual, pareciera precisamente que tanto estudio de género se queda enmohecido en algún lugar de la biblioteca universal, porque si bien las luchas feministas nos concedieron el voto, el acceso al trabajo, parece más una necesidad del sistema, que todos trabajemos y nos creamos participativos, que realmente un cambio en la visión del mundo, por lo menos, no acá en Colombia.

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