- Dijo una vez que no le interesaba
desarrollar el amor en sus relatos. Sin embargo, hay en su escritura una
distancia no irónica, sino sentimental con sus retratados; como si al
escribir sobre las travestis, las locas de barrio, las mujeres
maltratadas, los resistentes a la dictadura, estuviera protegiendo a sus
criaturas. ¿Es así? ¿Con qué ánimo afectivo aborda sus personajes?
- Sí, es una buena
descripción del lado tierno de mi triple filo. Son tardíos homenajes,
abrazos y besuqueos en la cicatriz de la memoria, pero también hay una
insistencia urgente en la dignificación de estos temas. No es sólo
literatura entendida como decorado amoroso, más bien, como dice Beatriz
Preciado, de visita por estos sures, "dinamitar" las trabas de su
hipócrita inclusión.
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