Marta me hace
la pregunta clásica: por qué solo deseamos de verdad aquello que no
tenemos…La respuesta, como tantas veces, está en la misma palabra.
Deseo, como ya he escrito en alguna otra ocasión, viene de desiderare,
que en latín significa propiamente estar apartado de las estrellas
benefactoras, marginado de los bienes que nos llegan del espacio
sideral… Por ello, antiguamente, y en todas las lenguas romances, un
deseo era principalmente aquello que fatalmente nos faltaba, más bien
que aquello a lo que aspirábamos. Luego, ambas cosas se han convertido
en lo mismo. Porque en realidad son lo mismo.
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