La ciudad no eras vos/ No era tu confusión de
lenguas/ ni de sexos/ No era el cerezo que florecía -blanco-/ detrás del
muro/ como un mensaje de Oriente/ No era tu casa/ de múltiples amantes/
y frágiles cerraduras/ La ciudad era esta incertidumbre/ la eterna
pregunta -quién soy-
dicho de otro modo; quién sos. C.P.R.
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