únicamente el sentido descrito por Eliana y Álvaro, como un
núcleo de encuentro y un lugar de sociabilidad para los paisanos.
Para muchas personas negras, la existencia de estos lugares es la
posibilidad de afirmar y defender un espacio propio en una ciudad que no siempre ha acogido el mundo negro de forma hospitalaria. Esas discotecas s
on “un paliativo del racismo
soterrado del que son objeto las personas negras en la capital”, como lo
dice Melisa, una de nuestras entrevistadas “mestizas”, unida durante
dieciséis años con un hombre “negro”, residente en la localidad
estudiada. Según ella, “el baile en los sitios de diversión afro es hoy
una manera de aliviar toda esa violencia silenciosa, esa violencia
moral que parece que no está pero que siempre está presente...”.] M.V.
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